El año 2020 se quedará en nuestras memorias como el año en el que vivimos una pandemia mundial, encontramos el significado de parar y observar el mundo, aprendimos la importancia de cuidar de nuestra salud mental (y física), y descubrimos la fina línea que existe entre la fuerza de la comunidad y el peligro del individualismo.
La COVID-19 irrumpió en nuestras rutinas a principios de año, de la mano de una amenaza de Tercera Guerra Mundial tras el asesinato de un general iraní en un ataque de drones de EE. UU., a la vez que el Reino Unido se lanzaba de lleno al Brexit, Australia sufría fuertes incendios forestales que acabaron con la vida de millones de animales, y el 2020 empezaba a parecerse cada vez más a un guion de cine para una película de ciencia ficción.
Sin duda, el año 2020 también nos enseñó la importancia de disponer de información pertinente y los peligros de la sobre información.
Un año marcado por la carga psicológica que significa estar siempre conectado, y por la ironía de, justamente gracias a esa conectividad, sentir la cercanía de los seres queridos a través de una pantalla digital.
Un año en el que echar de menos se volvió también pandémico, y la resiliencia se convirtió en un escudo de hierro.
El 2020 nos enseñó la gran adaptabilidad del ser humano, y cómo los cambios se convierten rápidamente en nuevas rutinas.
No es de extrañar que nos acostumbremos y acomodemos tan rápido antes las injusticias que ocurren en el mundo, la normalización de lo que debería de ser irracional, donde por suerte, las historias y la lectura concienciada siguen siendo una importante fuente de inspiración para reducir las desigualdades.
En 2020, el acceso a la cultura se democratizó de la mano de Internet, los libros se convirtieron en el mejor acompañamiento de la realidad, empezamos a escuchar hablar mucho más del potencial de la economía circular, nos ilusionamos por el sentimiento de pertenecer a una comunidad, y resentimos las etiquetas asociadas con la vieja y la nueva normalidad.
En España, el confinamiento nos enseñó a reciclar más, aprendimos el arte de reencontrarse en tiempos de pandemia, a tomar más en serio el consumo responsable y a redescubrir el poder de la donación.
Y es que, al igual que ocurre con la magia de los libros de segunda mano, siempre hay una historia detrás de cada cosa, de cada momento y de cada día que pasamos todos peligrosamente juntos durante el año 2020.
Historias que algún día quedarán plasmadas en libros. Mientras tanto, ya hemos pasado la página al 2021.
Y ahora toca escribir nuevas historias.
Laisser un commentaire