La biblioteca pública Luis Rosales, situada en Carabanchel, Madrid, se ha lanzado de la mano de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en un nuevo proyecto experimental que pretende repensar la idea tradicional de biblioteca en aras de crear un centro dinámico para la comunidad.
Con ese objetivo, el proyecto quiere redefinir la relación entre lectores y biblioteca, permitiendo a los integrantes de una comunidad (entendida como barrio, distrito o ciudad) darle una nueva propuesta de valor a la oferta bibliotecaria a la vez que pretende que se modifiquen paulatinamente las experiencias de uso dentro de la misma.
Una propuesta de lo más interesante, que identifica a los libros y al ciudadano como una de las herramientas básicas para dinamizar una comunidad.
Y es que, en una sociedad donde la tecnología va conquistando poco a poco la llamada economía de la atención, donde la información constante mantiene nuestras mentes enajenadas, un libro se convierte en un acto casi revolucionario contra el frenesí de la vida cotidiana.
Un proyecto que apuesta por la vuelta a la comunidad offline. Un comunidad más allá de las redes de internet que busca convertirse en un refugio social donde el placer de la lectura y la interacción entre usuarios son los principales motores de cambio.
Un concepto de biblioteca insólito desde la participación ciudadana
Parece ser que la economía circular llega con toda su fuerza a las estanterías tanto privadas como públicas.
Si bien donar libros usados es una manera perfecta de participar en una sociedad más sostenible, el concepto de economía circular también está empezando a conquistar las bibliotecas.
En el caso de este proyecto, la idea se fundamenta en redefinir las bibliotecas como un centro en continua retroalimentación: donde los libros aportan valor a los ciudadanos y los ciudadanos aportan valor a la biblioteca al generar ellos mismos la oferta cultural del centro.
Así, con el objetivo de redibujar el concepto de biblioteca, tradicionalmente asociado con un lugar sagrado para leer o estudiar en silencio, o tomar prestados libros de segunda mano para leer en casa, la fundación sin ánimo de lucro Germán Sánchez Ruipérez, realizó mediante entrevistas y grupos focales, análisis de los discursos de los participantes con el fin de entender y poder responder mejor a las necesidades culturales de la comunidad.
El proyecto experimental se centró en un perfil de usuario muy concreto: personas de entre 55 y 65 años. Este segmento de edad fue elegido no solamente porque suele ser experto en alguna disciplina física, fruto de la experiencia, sino que además suele disponer de más tiempo de ocio y suele tener una mayor predisposición para dedicar parte de su tiempo libre a la comunidad.
Las conclusiones del estudio recalcaron cinco ámbitos de actuación entre los que destacan, a grandes rasgos:
- La generación de una nueva oferta por parte de la biblioteca, integrada por la experiencia de la comunidad
- La creación de un diseño para la gestión participativa
- Una estrategia de comunicación para invitar a los ciudadanos a convertirse en activos de inteligencia
- La reconfiguración del espacio público hacia espacios más dinámicos
- La formalización del impacto de la propuesta en la comunidad.
La participación ciudadana parece ser clave para crear sociedades más sosteniblemente dinámicas. Y es que, proyectos como Reciclibros que incentiven la acción individual a través de la donación de libros usados, o propuestas para reconfigurar los espacios públicos con el fin de dinamizar las acciones colectivas, son esenciales para asentar comunidades culturales activas.
¡Un libro puede convertirse sin duda, en una herramienta de cambio social!
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