La pandemia de la COVID-19 ha afectado a todos los diferentes sectores de nuestra vida y de nuestra sociedad: desde la forma de trabajar, hasta las actividades de ocio y por supuesto, también a la economía.
Según el Banco de España, las previsiones económicas podrían haber mejorado respecto a las últimas previsiones efectuadas, ya que se espera un mayor crecimiento en 2021, de entre el 4,2 y el 8,6%. Un crecimiento que a su vez depende de numerosos factores, entre los que destacan cómo avance en control del virus y la velocidad de la aplicación de las vacunas en los próximos meses.
Pese a las previsiones del Banco de España, la crisis derivada de la pandemia ha empujado a que la Unión Europea prepare un presupuesto conjunto inédito de los 27 Estados miembros, de 750.000 millones de euros. En España se prevé que se inyectarán unos 140.00 millones de euros entre 2021 y 2023, lo que equivale al 11% del PIB español. La pregunta es, ¿cómo distribuir y dónde asignar esa dotación económica?
Ante tiempos extraordinarios surgen a veces posibilidades para cambios, y España, además de otros países, tiene la oportunidad de cambiar su modelo económico por uno más sostenible, moderno y competitivo. Un momento histórico que conlleva numerosas preguntas.
¿Cómo sería ese nuevo modelo económico?
Hacia una economía más sostenible
Aunque aún queda un camino largo para llegar al plan definitivo del nuevo modelo económico, el Fondo de Recuperación y Resiliencia va dejando entrever las grandes líneas por las que se guiará el nuevo plan: sostenibilidad del medio ambiente, más productividad, equidad y estabilidad.
Pese a que las propuestas suenan prometedoras, para llegar a dichas metas, España debería de pasarse progresivamente a las tecnologías limpias, al desarrollo de vehículos eléctricos y la digitalización de las administraciones, entre otras medidas generales a escala global.
Además, debería de reforzar la sanidad y la educación, controlar la temporalidad laboral, reducir las cargas burocráticas, rediseñar las políticas activas de empleo, además de fomentar el I+D+i.
Justamente el sector de la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) solo ha recibido un 1.24% del PIB nacional mientras que el objetivo ideal sería del 3%.
Y es que pese a la búsqueda absoluta de productividad en la sociedad actual, sin el apoyo a las investigaciones se merman las posibilidades de innovaciones, y sin estas últimas, se limitan las oportunidades de crear un nuevo modelo económico que invierta en el futuro.
Un modelo económico diversificado y dinámico
La historia nos ha enseñado que los momentos de crisis suelen ser oportunidades únicas para incentivar la innovación. Por esa razón, con el fin de que el nuevo modelo económico sea más diversificado y dinámico, es esencial que se fomente también el crecimiento y la creación de empresas, a través de la modernización de nuestro marco regulatorio, fiscal y laboral.
En ese departamento, la UE dispone de los llamados fondo NextGeneration, que apoyan la recuperación económica sostenible tras la pandemia. Unos fondos con el propósito de incentivar medidas que miren hacia el futuro.
Si poco a poco los hábitos de consumo van cambiando y se está efectuando un sutil refuerzo de las economías circulares a través de la donación y la reutilización, el diseño de un nuevo modelo económico podría suponer también un paso hacia delante en la lucha contra el cambio climático y en la preparación para afrontar posibles nuevas crisis económicas.
Vivimos tiempos inéditos que podrían marcar nuevos precedentes hacia una economía más integradora, ciudadanos más participativos, y una producción más amigable con el medioambiente: ¿utopía o realidad?
Solo el tiempo dirá. Mientras tanto desde Reciclibros os invitamos a participar con nosotros en ese cambio.
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